¿A Dónde va la poesía? (Ensayo)
- Bernard Noël
- 22 nov 2016
- 6 Min. de lectura

Los medios de comunicación sólo dominan ignorando lo que los rechaza, y la poesía, por el simple hecho de existir, los rechaza porque ésta representa la calidad mientras que aquéllos sólo se preocupan por la cantidad. Los medios de comunicación son la actualidad, toda la actualidad, y la poesía se burla de este tiempo.
Por este hecho, la poesía es el hogar de resistencia de la lengua viva contra la lengua "consumida", reducida, unívoca. La poesía es esta vitalidad de la lengua que no necesita afirmarse: lo es naturalmente, por sí misma, por su situación, ya que se reactiva sin cesar por lo que la anima, y es fuente, y es original.
El porvenir de la poesía es ser fuente de porvenir, porque es un perpeetuo principio.
Ahora es necesario sostener esta afirmación, mientras que quiero sustraerme a la afirmación en beneficio del único movimiento.
Me he inevntado un mito para situar el orígen de la poesía:
El poema se distingue inmediatamente por su manera de ocupar la página.
El poema se mantiene de pie, vertical.
He imagino que esta verticalidad retiene la traza, que mima el acto fundador del a humnaidad, ya que el ser humano se humanizó enderezándose , poniéndose de pie.
Hacer acto de verticalidad no es solamente rechazar lo horizontal, es liberar la mano que, dejando de servir para la marcha, va a poder equiparse y, sobre todo, va a permitirle a la boca dejar de ser un órgano de prensión-como podemos observar en la mayoría de los animales- para convertirse en el órgano de la palabra.
La boca desarrolla poco a poco el instrumento del lenguaje mientras que la mano se equipa con herramientas técnicas. El lenguaje conserva y transmite, crea la memoria y el pasado, nombra todo lo que puebla el espacio, crea el tiempo,cuenta, inventa.... Decenas de millares de años pasan antes de que la boca y la mano se unan en la escritura.
¿Qué es la escritura? Es la anotación de la oralidad en el orden sucesivo de la emisión de fonemas, y es la sumisión a una linearidad temporal, que va a convertirse en el orden lógico del discurso así como del desarrollo del pensamiento.
La poesía antes que nada ha adoptado esta apariencia: ha ido con la voz, que va como el tiempo. Era urgente que nombrara el mundo y las cosas y los ancestros y las historias y los dioses y el rostro y las partes del cuerpo en un acto de amor.
Después de todo esto , toda esta nominación, esta celebración ha terminado de rellenar su papel: el poeta se ha encontrado en un mundo cubierto de signos, de símbolos, y completamente cautivo en el ritmo mortal de la lógica del tiempo. El poeta se ha rebelado contra el arrebato lineal de la palabra y ha intentado transformar la constitución de la poesía , cuya verticalidad se ha convertido en una posición de resistencia contra la línea.
Esto es el principio de lo que conocemos como Modernidad.
La metáfora y la imágen poética han intentado deshacer todo el sistema de referencias que unían las palabras a las cosas y que servía de justificación al lenguaje.
La mano que escribe ha dejado de seguir el ritmo de la boca. La mano se ha puesto a escribir en el ímpetu del descenso oscuro de las palabras.
La mano de hoy se rebela contra la boca,
( Ver precede infinitamente a hablar.
Ver fue durante mucho tiempo todo el pensamiento.
Ver era poener el cielo en la cabeza.
Y el aire. Todo un espacio.
Cuando hablar se juntó con ver,
el ojo pasó a la boca.
Cuando escribir se juntó con hablar,
la boca bajó a la mano.
Este descenso contenía también el ojo,
pero controlado siempre por la boca.
La mano quiere abolir este control:
quiere comunicarse con el ojo
sin poner intermediario
como hace cuando pinta.
La imagen ya pone la vista
en la escritura, pero esta vista no es visual.
La imagen del texto deja ver desde su interior
lo que los ojos no han visto jamás,
no verán jamás, ya que el cielo interno
no necesita al otro para dar a ver ...)
Repito la escritura, a lo largo de su historia, ha dependido de la oralidad, lo que la ha llevado a lo líneal, a la lógica del hilo temporal. La poesía, rebelándose contra la línea, se pone una vez más de pie, en la página, y recrea un orígen. Pero esta erección se realiza en un espacio, que ha cambiado la naturaleza de la página.
La página en la que se endereza hoy el poema ya no es un simple soporte: se ha hecho análoga al espacio mental.
Ahora tengo que hablar de este espacio con la conciencia de haberlo abordado con un vocabulario inadecuado.
Una anécdota podrá, quiza´, ayudarme en mi propósito.
Me intereso cotidianamente por la prosa. He hecho de la prosa mi profesión como escritor de ensayos y novelas.
Hace algunos años pude, gracias a una beca, vivir en un convento de Chartreux, y disponer del tiempo que necesitaba para escribir una novela. Esta novela, ya comenzada, concernía a la mirada y a la historia de la representación, Ponía en acción una máquina de ver las imágenes mentales y de pensar visualmente. Rápidamente me di cuenta de que no podía seguir escribiendo porque ya no soportaba representar, y que esta insoportable situación me prohibía cualquier narración posible. Al cabo de algunas semanas de esta impotencia me encontraba en la más sombría de las desesperaciones, cuando un amigo editor me reclamó violentamente el final de un poema del que le había dado las dos primeras partes hacía tiempo. queriendo responder a esta solicitud escribí la tercera parte de este poema titulado " L´Été langue morte" (El verano lengua muerta). Y descubrí, trabajando, que el poema es un acontecimiento que surge en el espacio mental y como se deposita en el espacio de la página. Quiero decir que no hay ninguna diferencia entre el acontecimiento verbal-cuya aparición ha sido preparada mentalmente por la espera, por la postura activa de la espera- y las palabras inscritas en el espacio de la página. Ningua mediatización entre el acontecimiento y la escritura. Ningún pasaje por la representación. La escritura es excatamente la concreción verbal del acontecimiento verbal. Incluso si esta concreción es moldeada enseguida tras el acontecimiento.
A propósito, he necesitado reflexionar sobre el acontecimiento verbal de la poesía y sobre el espacio mental, que es su medio-reflexionar y constatar que todo tenía un lazo de unión con el rechazo de la linearidad y el espaciamiento interior producido por la espera.
¿ Qué es una expresión no figurativa en un mundo que los medios de comunicación transforman poco a poco en pura representación, en pura apariencia?
¿Qué es una concreción verbal?
Y, por supuesto, ¿qué es el espacio mental?
Trabajo sobre las respuestas con la certeza lentamente adquirida de que la poesía es la experiencia de los límites interiores de la expresión verbal: tocando estos límites, la poesía toca a la vez el orígen y el porvenir.
Habría que comenzar por una arqueología de los espacios mentales. Hoy me contentaré com marcar el norte entre el espacio lineal que han estructurado las artes de la memoria (inventadas en el siglo V antes de nuestra era por el griego Simónides de Ceos) y el espacio voluminoso abierto por la la lectura mental.
Recuerden la historia de san Jerónimo.... Un día que Jerónimo estaba leyendo en su celda, uno de sus hermanos monjes entró , le observó, y huyó aterrorizado porque los labios de Jerónimo no se movían...
Los labios de los lectores han dejado de moverse a partir del siglo XVI a medida que la lectura silenciosa abandonaba la boca y su articulación para dedicarse al espacio mental. Esta lectura interior ha modifificado completamente la relación con el texto, que ya no provoca una precipitación lineal, sino una relación espaciosa.
El paso de un espacio a otro se ha relalizado desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX, y el primer texto "espacioso" es ciertamente Le Coup de dés de Mallarmé.
La oralidad supone la memorización, y ésta, para no tener falla, exige una estructuración muy estricta del espacio mental. La invención de la imprenta pone a la disposición de todos el libro y la biblioteca, libera el espacio mental exteriorizando la memoria. Desde entonces , escribimos más que leemos con la boca.
El libro es una cabeza abierta: leemos en él como escribimos en ella.
La masa de libros y el universo casi infinito de la escritura han producido igualmente un espacio, el de una nueva naturaleza en la continuidad en la que estamos a la vez unidos a todos los libros y separados de ellos suficientemente como para mantener con sus escritos la misma relación que cada hombre mantiene con la especie humana.
Este movimiento de pertenencia y de retiro condiciona en nosotros la aparición de palabras que, en tanto que acontecimiento verbal, están separadas de sus referencias a la cosas y sólo dependen de la realidad producida poco a poco por el escrito.
El poema es una erupción en el espacio mental de la materia de que se compone esta realidad puramente verbal. Su única forma depende del trabajo individual sobre el lenguaje y sobre el espacio interior en donde se manifiesta.
La mano, rebelada contra la boca, desarrolla directamente el ímpetu verbal: recoge la línea, la endereza y pone de pie el cuerpo del poema.
(Traducción de Nuria Rodríguez Lázaro)
Bernard Noël, nacido el 19 de noviembre 1930 en Sainte-Geneviève-sur-Argence, Aveyron, es un poeta, ensayista, crítico de arte, novelista y traductor francés. También es conocido bajo el seudónimo de Urbano Orlhac.
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