Krisma Mancía y su Nueva Cosecha
- Pablo Narval
- 23 sept 2017
- 5 Min. de lectura

Krisma Mancía
Sobre su libro Nueva Cosecha
Al leer el poemario Nueva Cosecha de Krisma Mancía (El Salvador 1980) se me vienen a la cabeza los siguientes versos de Juan Gelman: todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.
Cuando adquirí este libro en el Festival Internacional de Poesía Costa Rica 2016 quedé profundamente impresionado desde el primer poema, el libro me atrapó y me dijo: leeme, porque no te dejaré en paz. Y así inició mi viaje por los versos de Krisma que están hechos más que con palabras, están escritos con la sangre por su sangre, como alguna vez se refiriera Lorca a Neruda. Pero aquí no es que esté comparando a Krisma con alguien, sino que sus poemas son orgánicos, se mueven, te atrapan y te poseen, si la poesía es una posesión pues soy un poseído y aún más porque Nueva Cosecha es de esos libros que te sorprenden y no te dejan tranquilo.
El libro lo componen XXXVI poemas o cantos, con un hilo conductor que se sujeta al misterio, a la inmanencia, al rico verbo confesional del Yo lirico: ¿Oyes como cruje el pan? Así comienza este poemario, con una voz hambrienta que escucha el crujir de la necesidad, del alimento diario, pero no es un pan físico es un pan que va más allá, es un hambre que quiere ser saciada con algo y este pan se convierte en símbolo de tantas cosas innombrables o nombradas que desean complementarse y llenar ese vacío que la poeta por todos los caminos trata de saciar y no lo consigue por eso dice: No hay otra belleza que morir de hambre.
Porque esta hambre es un dolor que enciende la vida, despierta la mirada, la conciencia, la fe, el reclamo y el erotismo.
El hambre es el leitmotiv de este libro en los primeros cantos pero después deja de nombrarlo y lo deja en un espacio que no se ve pero se siente que anda con pasos sobre nuestra alma y nuestro corazón, y aquí es donde Krisma empieza hacer una retrospección desde ella misma: Yo vivía lejos de mí (Canto V) y desde esos trece años que nos dice la poeta comenzó tal vez este sentimiento de hambritud (si se me permite el neologismo) y se expone ella como el pan y es ella la que se entrega: Me gusta la idea de entregarlo todo:/ los besos,/el cuerpo húmedo; / la tierra verde. Y se entrega sin miedo, viviendo cada instante, y como fruto extraído del cielo Krisma encuentra la poesía que la posee y le dice: “Escríbete inmortal/ para escribir tu nombre como algo puro… Porque ella sabe que la poesía es algo que te absorbe y te deja con hambre siempre, no hay saciedad en ella. Y encuentra en la poesía el medio para decirlo todo, para confesarlo, porque es en ella el camino de su libertad de su verdad y su más alta expresión.
Los poemas son profundos, emotivos y conmovedores, los rige una cotidianidad simple para mostranos en alto grado la belleza de la palabra, aquí es donde se ve el oficio poético, la mano con el cincel que pule al hijo para que cante con ahínco el grito que quiere desgarrar nuestra realidad. Para Krisma el poema también es una necesidad social para poder decir la verdad y el contexto en un mundo que todo lo oculta y que por miedo, no decimos las cosas por las máscaras que nos imponen o porque otros tienen un dominio sobre nosotros, pero el poeta siempre será irreverente, no le teme al conflicto, no le teme a la libertad del decir y del hacer, aunque lo que diga o lo que haga sea motivo de escándalo o motivo para dejarnos callados el corazón. Krisma doma todo aquello que quiere ser domado : que se me rompa el corazón mientras abro la ventana. Dice con una tensión magnífica, no le teme a nada, a nadie, nos demuestra que ella es algo nuevo que nace, que no se calla, que es un ser que nació para salvarse siendo ella misma o tal vez nos hace creer que es ella y le creemos. Por eso nos cuenta historias, profundos anhelos, preguntas que la hacen filosofar y sujetarse al marco de la existencia.
Ahonda en temas duros y desgarradores con una maestría elocuente: Hay un hijo al borde de la mano/ que no debe nacer. / Pero él toca a mi puerta cada cierto tiempo.(Canto XXIX)
Una mujer se encuentra con el hambre/ porque siente cuchilladas en el ataúd de su vientre/
Sabe que su hijo morirá de hambre antes de nacer… (Canto XXIII)
Estas imágenes fuertes y bellas, bien construidas nos despiertan la conciencia de la mente y la conciencia del alma.
Tampoco se olvida del arte poética y en el Canto XVI nos demuestra lo que todo poeta y escritor nos reafirma siempre, que se escribe en soledad y nos hace recordar aquel verso de Pessoa que el poeta es un fingidor, nos demuestra que la soledad es un encuentro consigo mismo, y que en ella las palabras se liberan, y que en la realidad casi todo es fingimiento y la soledad nos enfrenta ante esa circunstancia que se vuelve absolutamente doloroso.
Nueva cosecha en su último poema retoma de nuevo el hambre, que todo es hambre y que nada ni nadie podrá saciarla... tal vez sólo la poesía.
XXXVI
El deseo es solo hambre.
es triste
como salir a pasear con la lluvia adentro.
En la caja de Pandora solo quedó la poesía
disfrazada de esperanza.
Después del amor, la asfixia, el hambre
solo la poesía nos salva.
El libro termina con Actos Mínimos unas prosas poéticas llenas de un realismo mágico bien manejado, lo llevan a uno a fascinarse más por lo escrito y lo vivido, sin olvidar un poco ese absurdo que hace que la imaginación se compenetre más con las circunstancia poética, En Elegía del Olvido el desamor y el recuerdo vuelven al tema cotidiano, un poema que pronuncia al olvido como un personaje que nos remite a los momentos que jamás se vivirán de nuevo. Que el olvido solo existe para el que no ama, pero para el que ama: Olvidar es un verbo perfecto, como lo dice la poeta.
Krisma Mancía es un poema que escribe y nos cuenta, porque ella está dispuesta a contarnos, porque en el contar se cae la máscara y se finge lo bellamente verdadero, ella toda es un poema que nos aclara que la poesía es la única que puede penetrar la realidad humana y hacerla respirar hasta el final de los tiempos y salvarnos.
Krisma es una voz que necesita El Salvador y necesita nuestra centroamérica y el mundo.
Pablo Narval.
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